Según un estudio de la OCDE que analiza el desarrollo de sus países miembros para afrontar la automatización, precisó que el 42% de los chilenos carece de las herramientas básicas para la economía digital, lo que podría poner en riesgo algunos trabajos a futuro.
Esta falta de aprendizaje comprende mayoritariamente a la población de mayor edad, por lo que el reporte recomienda que nuestro país debiese enfocarse en generar políticas de capacitación.
Asimismo, la educación tiene un vasto desafío para combatir la obsolescencia, porque nunca la tecnología había avanzado con tal rapidez, dejando obsoletos programas y máquinas muchas veces en cuestión de meses. Es por ello que se vuelve imprescindible actualizar las mallas curriculares, ante un futuro que ya es presente.
Este grave problema lo vive el comercio minorista tradicional, ya que mientras las ventas online se han incrementado en una tasa del 39,4% anual, las ventas en los locales establecidos sólo han aumentado un 2%. Este cambio en el comportamiento del consumidor es lo que hay que considerar, ya que el gran desafío para Chile es crecer no sólo en la alfabetización digital, sino en la economía real, aumentando la eficiencia en el uso de los recursos y mejorando su productividad.
Otro dato de OCDE revela que nuestro país es el miembro que menos invierte en I+D con sólo un 0,36%, una cifra preocupante si consideramos que el promedio es de un 2,4% y el máximo aportado es de 4,2% por Israel, país que apostó a ser el centro tecnológico del mundo.
Para poder avanzar en este tema, el Gobierno y el sector privado deben consensuar las políticas públicas y regulación del mercado digital para ofrecer mayor seguridad de los trabajos y del comercio que se realiza a través de plataformas digitales y los recursos tecnológicos. La idea es que las TIC puedan ser utilizadas por todas las personas, independiente de su edad, condición social o grado educacional, ya que si se quiere posicionar a Chile como un país desarrollado es necesario apostar por estas soluciones.
Si bien la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología es un avance, es primordial que el fondo se aborde como una política pública prioritaria en la que se diseñen y ejecuten programas de ciencia, innovación, tecnología e investigación que no sólo existan en el mundo de la academia, sino que tengan un real impacto en la economía.